POSICIÓN DE LA ALIANZA
POR LA DEMOCRACIA (APD), SOBRE LA CONDENA A LA REPÚBLICA DOMINICANA POR LA
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS (CORTE IDH) Y LA RESPUESTA DEL ESTADO
DOMINICANO.
Nota Enviada
El gobierno dominicano desaprovechó la oportunidad de rectificar que le
ofreció la sentencia de la Corte IDH, reiterando una política sobre derechos
humanos influida de manera determinante por una ideología extremista que niega
estos derechos y que está conduciendo a nuestro país por el camino peligroso
del cercenamiento de la democracia y la negación del Estado de Derecho.
La privación de sus derechos de nacionalidad y los abusos cometidos
contra los dominicanos y dominicanas de origen haitiano forman parte de una
estrategia orientada a restringir las libertades públicas y los derechos
democráticos.
Ese proyecto lo están ejecutando grupos derechistas negadores de los
derechos humanos que, enarbolando un populismo seudo nacionalista, ejercen una
influencia marcada en el gobierno y en los poderes públicos.

La Alianza por la Democracia ha llegado a estas conclusiones luego de
haber analizado con la debida ponderación la condena de que fue objeto el
Estado dominicano por violación a los derechos humanos emitida por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), así como la reacción del Estado
vía el Tribunal Constitucional y de órganos dependientes del Poder Ejecutivo,
la Alianza por la Democracia (APD).
La posición de la APD se expresa en los puntos siguientes:
1. La condena de que fue objeto el Estado dominicano por violación a los
derechos humanos de parte de la Corte IDH fue justa y merecida a la luz de los
hechos y del derecho. Al formar parte del Sistema Interamericano de Derechos
Humanos República Dominicana estaba y está obligada a respetar y hacer respetar
los derechos humanos. Al violar estos derechos, como quedó evidenciado de
manera fehaciente, el Estado dominicano debía ser y fue condenado, de la misma
manera que lo había sido anteriormente por ese tribunal internacional.
2. El Estado dominicano, así como todos los órganos que lo constituyen y
expresan, estaba –y está- obligado a acatar la sentencia de la Corte IDH. Así
lo manda la constitución vigente proclamada el 26 de enero de 2010 al
consagrar el Bloque de Constitucionalidad y al reconocer
preeminencia a los tratados internacionales, especialmente en materia de
derechos humanos.
3. Fue en violación al mandato constitucional que nos rige, así como a
principios fundamentales que sustentan nuestro sistema político institucional,
que diversas instancias del Estado dominicano encabezadas por el Tribunal
Constitucional y apoyadas por el gobierno expresaron su desacato a la sentencia
de la Corte IDH que es de cumplimiento obligatorio para el Estado dominicano.
4. Para incumplir la decisión de la Corte IDH, desconociendo las
obligaciones asumidas por nuestro país y los preceptos establecidos en nuestra
carta Magna, el Tribunal Constitucional recurrió en su sentencia 256-14 a
argumentos peregrinos sin sustento en el derecho internacional ni en la
Constitución del 26 de enero de 2010. En su dictamen, el Tribunal
Constitucional mantuvo la estrambótica interpretación del tránsito de más de 50
años que utilizó en su fallo 168-13.
5. Para sustentar su respaldo a las sentencias del Tribunal
Constitucional el gobierno se ha escudado en una ficticia y formal “separación
de poderes” con la que pretende esconder el hecho incontrovertible de que el
partido de gobierno y el bloque de poder que se articula a su alrededor, tienen
el control absoluto de todas las funciones del Estado. La práctica totalidad de
los y las integrantes de las altas cortes ocupan sus funciones como parte de
una estrategia de control de todas las instituciones públicas. No hay pesos ni
contrapesos en el sistema político dominicano.
6. El Tribunal Constitucional, el gobierno y la corriente reaccionaria
negadora de los derechos humanos sustentan que la aceptación de la competencia
de la Corte IDH de parte del Estado Dominicano realizada por el presidente
Fernández en 1999 fue inconstitucional. La inconsistencia de este argumento ya
ha sido demostrada por la propia Corte IDH, por las juezas y el juez del TC que
emitieron voto disidente y por prominentes juristas.
7. Para el gobierno y los sectores más derechistas del país el Estado
dominicano se desligó de la competencia de la Corte IDH a través de la
sentencia TC 256-14; también afirman que la República Dominicana puede seguir
formando parte del Sistema Interamericano de Derechos Humanos aunque no
reconozca la competencia de esta corte. Ambos argumentos son falsos. Una
sentencia del Tribunal Constitucional no puede desligar al país de la
competencia del tribunal internacional. Tampoco está contemplado que un Estado
que haya ratificado la Convención de Derechos Humanos pueda desligarse de la
Corte y seguir formando parte del Sistema.
8. La raíz de esta situación reside en que la nueva derecha dominicana
expresa su extremismo abjurando de los derechos humanos, a partir de postulados
de corte xenófobo y racista que esconden bajo el manto de un populismo seudo
nacionalista. Esta derecha ha ganado terreno al interior del partido de
gobierno y del gobierno mismo. El abandono de principios originales y la
involución ideológica del PLD no le permiten a su gobierno abordar la cuestión
de los dominicanos de origen haitiano desde una perspectiva de derechos
humanos.
9. Todo esto conduce a nuestro país a un aislamiento creciente, el cual
alcanzaría niveles más altos con las nuevas condenas de que sería objeto el
Estado dominicano y con la denuncia de la Convención Interamericana de Derechos
Humanos que es lo que reclaman estos sectores a un gobierno que obedece cada
vez más a sus dictados. Si las cosas siguiesen ese derrotero perderían la
República Dominicana, su sistema institucional y, sobretodo, el pueblo
dominicano que vería así disminuidas sus posibilidades de hacer valer sus
derechos. Perdería la República Dominicana al quedar excluido nuestro país de
los beneficios económicos, comerciales, políticos e institucionales vinculados
al cumplimiento en materia de derechos humanos. Perdería el sistema político
con la deslegitimación de sus instituciones al permitirse la violación de la
Constitución de parte del propio órgano llamado a salvaguardarla. Y perdería
toda persona residente en la República Dominicana, independientemente de su
nacionalidad, al no tener la posibilidad de hacer valer sus derechos en un
tribunal internacional especializado en la protección de los derechos humanos
como es la CorteIDH.
10. Para la Alianza por la Democracia (APD), las acciones desarrolladas
por la franja política más conservadora del país con la anuencia del gobierno
dominicano, representa un grave retroceso institucional y una amenaza grave y
real para el sistema democrático en la República Dominicana. La APD estará al
lado de la ciudadanía consciente y de todas las organizaciones políticas,
sociales o de cualquier índole que estén dispuestas a defender el régimen
democrático y, con él, los derechos humanos, las libertades públicas y los
derechos democráticos. Si el presidente Danilo.
Por la Dirección Ejecutiva de la Alianza por la Democracia,
Max Puig, Presidente
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