Por Bienvenido
Heredia
“Creo en esta
humanidad, de otro modo no hubiera podido darle vida al Chavo, un niño que en
la peor de las miserias, tenía sus células llenas de amor, de esperanza... ERA
FELIZ. Y tampoco hubiera podido crear al Chapulín, que ante la fatalidad y la
evidente superioridad de los adversarios no se amilanaba, vencía su miedo y
acometía cualquier empresa; estoy seguro de que aún ahora, cuando lanza su
clásico grito de "¡Síganme los buenos!", los buenos todavía son
muchos más que los malos, y eso me llena de ánimo”. Roberto Gómez
Bolaños (Chespirito)
Casi todos los
latinos que viven en Hispanoamérica, disfrutaron de las ocurrencias de
Chespirito, especialmente de su Chavo del Ocho y su Chapulín Colorado.
Este último
personaje, el Chapulín, era un superhéroe torpe, sin ningún súperpoder, pero
que siempre trataba de ayudar a resolver los problemas de quienes le llamaban.
Al parecer, siempre estaba cerca del lugar que
era necesitado, o al menos sus antenitas de vinil le permitían percibir
telepáticamente que alguien necesitaba su ayuda y llegaba en fracción de
milisegundos.
Para resolver o
intentar resolver el problema presentado, el Chapulín quería contar con la
ayuda y compañía de los buenos: “Síganme los buenos”, aunque nadie lo siguiera.
Las comedias de
Chespirito por medio del Chapulín, tenían intrínseco varios mensajes, dos de
ellos son que no existen tales superhéroes y que no todo el que está a tu lado
es bueno.
En política hay
personas que siempre están llamando a un chapulín, no para solucionar problemas
colectivos, sino para resolver problemas personales.
En política hay
algunos que pretenden ser chapulines, pero no buscan resolver problemas
colectivos, ni tienen como arma un chipote chillón. Lo único que pretenden es
garantizar sus intereses y obtener ganancias inmerecidas. Tienen como arma un
bojote de dinero para repartir a los ilusos y vividores que, generalmente, no
son los buenos.
En mi Barahona del
alma hay chapulines, que ni siquiera conocen el vecindario, pero andan buscando
seguidores que sólo buscan obtener beneficios personales, aunque se hunda la
península. Chapulines que tienen un billete chillón para golpear a quienes enfrenten
sus insolentes intenciones. Y a esos superhéroes de cartón no los necesita esta
provincia. Esos chapulines son los que dicen a todo pulmón y sin escrúpulos:
“No contaban con mi astucia”.
Barahona tiene sus
chapulines, que desde siempre han estado trabajando y tratando de que la
provincia despegue hacia el desarrollo integral. Chapulines que han dado gran
parte de su tiempo y de su vida en procurar un futuro promisorio para los
barahoneros, sin pedir nada a cambio, sólo reclamando la unidad de todos los
sectores que accionan por un Barahona mejor.
En este futuro de
progreso y desarrollo, honremos a Chespirito clamando ¡SIGANME LOS BUENOS!
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