Por Marcos Ferreras
Conocí muy de cerca a Don Juan. Siendo niño lo
ví por primera vez entrar en mi casa en Cabral, con su cabeza blanca, alto,
pausado, delicado, manos grandes con manchas rojas y dientes blanquecinos.
Crecí viendo a Juan Bosch en cada asamblea desde el 1978 al 1996. Todas las
semanas iba a mi servicio de amanecía a la Casa Nacional y antes de irme tenía
que barrer el frente y trapear adentro y algunas Don Juan se aparecía de
sorpresa. Los sábados me tocaba conteo de periódico en la imprenta Alfa &
Omega de Miguel Coco y también se aparecía a preguntar si ya había cenado; de
ahí salíamos a las dos de la madrugada después de empaquetar los Vanguardias
correspondientes a los intermedios de todo el País. Junto a Jesús lo visité en
su oficina frente a la plaza de la cultura hablándonos como si fuera un padre.
Estuvimos
en su casa cuando la renuncia del '93 manifestándole solidaridad. Don Juan nos
llamaba ''mis hijos'' y para él mi casa era la casa del PLD en Cabral, siempre
le mandaba saludos a Don Toño, así le decía a mi Papá. Recibí de sus manos un
libro autografiado con su firma luego de las elecciones del 1990 como
reconocimiento a mi trabajo electoral en esas elecciones. Yo escribía para
Vanguardia del Pueblo y varias veces Don Juan me corregía mis artículos y la
última vez me dijo: ''tú escribes bien, eres muy directo y objetivo, pero
cuando termines una oración que debe continuar, ten en cuenta que los puntos
suspensivos son sólo tres (...) Me corrigió eso porque yo siempre ponía cinco
puntos suspensivos (.....). Juan Bosch fue mi guía político, mi líder civil, mi
amigo mental y mi compañero partidario y lo conocí tanto y tan bien, que me
atrevo a decir que mucho, pero mucho más que muchos que hoy se ufanan de ser
boschistas falsos.
Cuándo veo el proceder incorrecto de mis
compañeros desde las posiciones de poder y hasta de dirigentes internos que
recibieron sus influencias directa, tengo claro que los principios y las ideas
que tenia Juan Bosch para cuando el PLD llegara al poder, ahora son totalmente
negadas por funcionarios y congresistas que dicen ser sus discípulos y muchas
veces, hasta el propio presidente de la República y del partido, es el primer
adversario de los principios éticos y prácticos de Don Juan. La mística, la
disciplina, la honestidad y el amor al pueblo son el legado que Bosch nos dejó a
través del PLD.
Ese legado nos ha servido para ganar tres
elecciones presidenciales con Leonel y una con Danilo, pero no debemos deteriorar
ese legado ni debemos abusarlo. Actualmente tenemos muchos peledeístas que no
tuvieron la oportunidad de estar cerca de Don Juan ni de compenetrarse con su
prédica, pero los peledeístas que en verdad trataron y conocieron a Juan Bosch
desde adentro, no pueden seguir fallando, no le luce eso a ellos. Hay que
celebrar el 102 natalicio de Juan Bosch pensando en rescatar una parte de sus
ideales y sus valores más preciados: honradez, vocación de servicio y
pluralidad.
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